miércoles, 31 de marzo de 2010

Las enseñanzas del Árbol Sagrado


Las enseñanzas del Árbol Sagrado (*)

Nuestros antepasados sabían que una semilla debía ser enterrada en la tierra para que una planta crezca. Si la semilla era guardada en una bolsa no produciría nada. Por lo tanto, para la mentalidad primitiva, el poder para crear una planta no se encontraba en la semilla, sino en la tierra. Al parecer había algo debajo de la tierra que generaba la vida.

Para nuestros antepasados el Inframundo [o mundo subterráneo] era un lugar de gran misterio. La vida brotaba de debajo de la tierra en una variedad de formas. Para la mentalidad primitiva debía también hacerles creer que debajo de la tierra había algo que producía criaturas como la serpiente, la comadreja, el tejón, y otros animales que viven en madrigueras.

El sol y la luna parecían surgir de debajo de la tierra y retornar de nuevo cada día y noche. Esta perspectiva añadía la creencia de que dentro de la tierra existía otro mundo, por lo que este misterioso reino llegó a ser llamado el Inframundo. Los árboles, con sus masivas raíces se extienden profundamente en la tierra, se pensaba que penetraban en el reino oscuro de abajo. Por tanto, el mismo árbol debe de conocer los misterios ocultos en lo profundo de los Infiernos.

Es bien sabido que nuestros antepasados europeos, una vez adoraron o han venerado árboles. De algunos árboles se creía que eran las casas de varias deidades y espíritus. Cuentos acerca árboles sagrados abundan en la tradición europea. El roble, fresno, espino blanco ocupan un lugar destacado en tal tradición. Otros árboles sagrados incluyen el serbal, abedul, saúco, sauce, nogal, y muchos otros. A lo largo de Europa se establecieron bosques sagrados que fueron dedicados a varios dioses y diosas.

Los árboles no sólo se enraizaban hacia el Inframundo, sino que sus ramas se extendían hasta el Supramundo [o mundo superior]. Las aves (mensajeros de los dioses en la antigua creencia), descendían y aterrizaban en las ramas de los árboles. Algunas de las primeras esculturas de deidades son figuras de aves, y estos más tarde se transformaron en figuras humanoides con cabeza de pájaro. Este tema prehistórico sobrevivió entre las deidades egipcias, muchos de los cuales tenían la cabeza de un pájaro. Los dioses Horus con cabeza de halcón y Thoth con cabeza de ibis, no son sino dos claros ejemplos.

Así como el árbol se dirigía hacia abajo en dirección del Inframundo, y hacia arriba para tocar el Supramundo, también se mantuvo firme en el Mundo medio de la humanidad. En este mundo era su tronco, y en muchos cuentos populares, el hueco en la base del árbol era una puerta hacia el reino de las hadas o el Otro Mundo. En la tradición europea los árboles se presentaban tanto como puertas para los reinos ocultos, y como guardianes de dichas entradas. Sus raíces garantizaban el acceso al Inframundo como un camino, al igual que las ramas permitían el ascenso espiritual al Supramundo. Tradicionalmente, se decía que el árbol del espino protegía el acceso a los portales de los árboles principales, que eran el fresno y el roble. Juntos formaban la imagen del simbolismo triple de los misterios del bosque.

Las ramas de los árboles se consideraban mágicas y se tomaban de los árboles como pentagramas. En tiempos posteriores las ramas fueron talladas en forma de varitas como herramientas de uso en rituales y magia. Los árboles estaban una vez íntimamente relacionados con deidades específicas que eran representadas por un árbol sagrado. Para llevar una rama sagrada uno debía proclamarse como intermediario de la deidad o estar en algún tipo de servicio a un dios o diosa específico. Lo anterior implicaba que uno estaba también bajo la protección de esa deidad.

En la tradición egea/mediterránea “la rama de oro” permitía el traslado seguro en el Inframundo y en la tradición del norte de Europa “la rama de plata" permitía el acceso al reino de las hadas. El mítico Odín se colgó de un árbol y obtuvo la iluminación, así como la capacidad de predecir el futuro a través de un sistema de símbolos rúnicos. En la leyenda europea las figuras de "dios sacrificado" eran atadas a los árboles como un sacrificio voluntario. Incluso la figura sacrificada conocida como Jesucristo técnicamente murió también en un árbol.

Dioses sacrificados están íntimamente ligados a la tierra y el Inframundo. Los dioses sacrificados suelen ser enterrados en el suelo o en una cueva con el fin de devolver su poder y fertilidad a la tierra. En este sentido entran al Inframundo y traen de nuevo un espíritu renovado en el mundo de los vivos con la llegada de la primavera. Las piedras de pie o anillos de piedras con frecuencia marcan de los terrenos sagrados asociados con el dios sacrificado Mitos.

Las cosas tales como antiguas piedras de pie [conocidas como menhires], altares de piedra, entradas de cuevas decoradas, y el carácter sagrado del fuego indican mayores conexiones entre este mundo y el próximo. Como tales, forman un simbolismo unificado como punto de encuentro entre los mundos. Para entender mejor esta conexión debemos de recurrir a los significados ocultos de la piedra, madera y el fuego.

 
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(*) Artículo tomado de "Witchcraft: A mystery tradition", de Raven Grimassi, pág 27.

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